Belén Castro
Belén Castro, Granada 1972.
Licenciada en Farmacia. Especialista en Dermofarmacia; Executive MBA IE Business School; Luxury Brand Management IE Business School; Experta en Nutrición Clínica; Máster en Dieta Mediterránea y Máster en Atención Farmacéutica; autora y co-autora de varios libros sobre nutrición y salud.
Fundadora de Olivolea Carris Skin Lab.
Madre de una niña. Deportista y apasionada de la cocina.
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Mi viaje a la Provenza
Los aromas, las esencias...además de agradar, consiguen hacernos disfrutar con los cinco sentidos. Así fue mi viaje a la Provenza descubriendo sus aromas.


Hace una semanas pasé unos días maravillosos en la zona de la Alta Provenza y la Costa Azul. Esta ruta discurre por el Parque Natural de Prealpes d’Azur, zona de montañas medias, gargantas, bosques y valles agrícolas. La ruta sale de Castellane hasta la hermosa ciudad de Grasse, capital del perfume, a un paso del Mediterráneo.
Allí encontramos unos campos de lavanda maravillosos, una combinación de los cultivos tradicionales de la Alta Provenza: olivos, viñas, frutales, plantas aromáticas… La lavanda fresca crea una fragancia rural, única e inolvidable. El relajante perfume floral combinado con algunas otras notas secas y mediterráneas, convierte este aroma en elegante y distinguido.
Hay muchas especies de lavanda que crecen de forma natural en la Provenza. Las dos principales que conforman extensos campos, son la lavanda y el lavandín.
La lavanda fina es una especie original que se reproduce por semillas y por esquejes, puede encontrarse en estado salvaje o puede ser cultivada. La lavanda se cultiva básicamente para obtener aceite esencial, su perfume es fresco y vivo y es muy apreciado por los perfumistas y los fabricantes de cosméticos.

El lavandín es un híbrido que resulta del cruce entre la lavanda y el espliego; es estéril, se reproduce por esquejes y sólo se encuentra en estado salvaje. Representa el 60% de las superficies y del volumen producido, y se destina principalmente a la perfumería funcional: jabones y detergentes.


Desde la Antigüedad, para las civilizaciones griegas y romanas la lavanda tenía ya los usos que tiene actualmente. En el siglo XX se hablaba del “oro azul” (l’or bleu) y a principios de este siglo la lavanda comienza a utilizarse en aromaterapia buscando la idea del bienestar y el uso como elixir de belleza.
Estuve en Coustellet, una pequeña aldea de la Provenza conocido por el Museo de la lavanda, creado en 1991 por la familia Lincelé que se dedica al cultivo y la destilación de la lavanda fina desde hace cinco generaciones. En realidad el museo es el complemento ideal a la finca Le Château du Bois, situada en Lagarde d’Apt.



El museo tiene una colección de alambiques de cobre única y también nos descubre las diferentes técnicas de destilación de la lavanda: baño maría, fuego directo y vapor y, como reseña especial, encontré una colección de frascos de perfume de lavanda y otra de etiquetas de perfumes, como Le Mâle, de Jean-Paul Gaultier (1995) o Lavande Velour, de la Casa Guerlain.
Unos días fantásticos, un entorno bellísimo y días de inspiración para mí...