La piel del bebé
Sensible y delicada. La piel del recién nacido necesita un cuidado especial para mantenerla siempre sana.
La piel del recién nacido es su capa de protección contra agresiones e infecciones y necesita un cuidado especial para mantenerla siempre sana. Su epidermis es muy fina, -hasta un 60% más que la de un adulto-, y sus mecanismos de defensa están poco desarrollados. Es permeable a sustancias que pueden resultar perjudiciales para su salud y proclive a la pérdida de calor y agua. Tenemos que cuidarla adecuadamente, aunque tampoco debemos obsesionarnos si presenta enrojecimiento, pequeñas grietas o descamación. Podemos proporcionarle el bienestar que se merece cumpliendo una serie de precauciones.
El pañal. El uso del pañal, los roces continuados y la humedad pueden provocar irritaciones en la piel y la aparición de la dermatitis. En primer lugar, debemos fijarnos en su composición y optar por pañales desechables con fibras orgánicas, hipoalergénicos y muy absorbentes. El cambio de pañal es una de las mayores preocupaciones de las madres y debemos hacerlo casi de inmediato. Mantenerlos limpios y secos es el primer paso para evitar una posible dermatitis de pañal. Hay que descartar el uso de toallitas con alcohol, porque pueden irritarle aún más. La piel de esta zona es más fina y delicada, por eso las cremas que empleemos deben contener activos con un efecto calmante y cicatrizante y que a su vez, la hidraten y nutran en profundidad. Proteger bien el culito de tu bebé es la mejor forma de evitar infecciones e irritaciones.
El baño. Bañar a nuestro bebé todos los días no es obligatorio y hasta que se acostumbre puede resultarle muy molesto. Es muy importante que el agua no esté muy fría ni muy caliente, sino igual a su temperatura corporal y limpiar con mucho mimo la zona del pañal, los pliegues de las piernas y los dedos de las manos y los pies. Entre cinco y diez minutos es tiempo suficiente. Podemos utilizar un jabón hipoalérgico o simplemente agua y al finalizar, envolverlo en una toalla de algodón y secarlo suavemente, sin frotar. Un masaje con una fina capa de crema hidratante ayudará a mantener la suavidad y resistencia de su piel tras el baño. Siempre, apostando por fórmulas sin perfumes, con ingredientes naturales, respetuosos con una piel de extremada delicadeza. De hecho, utilizar la misma crema que nuestro bebé es una idea estupenda, ya que madre e hijo están en continuo contacto.
La ropa. Las prendas de algodón o hilo favorecen la transpiración y son tejidos mucho más respetuosos con su piel. Los bebés pueden ser sensibles a las sustancias que se encuentran en la ropa nueva o a los restos de jabón que pueden quedar tras el lavado. Para prevenir posibles irritaciones, sólo debemos seguir unos pequeños pasos como lavar toda su ropa antes de utilizarla, preferiblemente por separado y siempre con detergentes especiales para los niños.
El calor. Hay que evitar los cambios bruscos de temperatura o abrigarlos demasiado. El exceso de calor puede provocarles sudamina, una erupción de la piel provocada por la obstrucción de las glándulas sudoríparas. Por otra parte, los paseos por el parque les llenarán de vitalidad, pero tenemos que evitar la exposición directa al sol ya que tienen menos capacidad para protegerse de la radiación solar.