Cómo cuidar la piel del bebé en verano
Como sabemos, la piel del bebé es mucho más sensible y vulnerable a los agentes externos que pueden dañarla y debemos reforzar su cuidado diario durante estos meses.
Baños de sol. El sol favorece la producción de vitamina D y la absorción de calcio, pero los niños son muy sensibles y propensos a quemarse, ya que la producción de melanina aún no está completamente desarrollada. El verdadero reto es encontrar un equilibrio.
Después del medio año de vida, los bebés pueden empezar a usar cremas protectoras específicas para su piel y resistentes al agua. Es necesario que el factor solar no sea menor de 30 y preferiblemente de entre 40 y 50. Cuanto más alto, mejor; lo que no implica que podamos prolongar el tiempo de exposición. Tampoco debemos olvidarnos de los filtros físicos: gorro, camiseta y sombrilla.
Respecto a los bebés con menos de seis meses, su piel es aún susceptible a los componentes de los protectores solares, e incluso vestidos, debemos mantenerlos a la sombra.
Crema hidratante. El cuidado posterior de la piel es tan importante como la protección solar, para evitar irritaciones y sequedad. Después de haber estado en la piscina o en la playa -tanto el cloro como el agua salada resecan mucho la piel- el bebé necesitará una hidratación extra. Las cremas fluidas se absorben antes y dejarán al bebé con una agradable sensación de frescor. También hay que prestar atención a sus oídos. Los niños son propensos a sufrir otitis a causa del calor y la humedad.
Afrontar el calor. Los niños sienten casi el mismo calor que nosotros, de modo que las capas de ropa en exceso pueden provocar sudoración, erupciones cutáneas y rojeces. Debemos vestirlos con ropa ligera y materiales transpirables, como el algodón. Por su mecanismo de regulación corporal todavía inmaduro, el principal riesgo de los bebés en verano es sufrir un golpe de calor. Los días de altas temperaturas, podemos refrescarles con una esponja húmeda y en casa, incluso dejarles estar solo con el pañal.